id='wrapper'>

martes, 7 de junio de 2016

Los amores de J.D. Salinger

Donde la figura de Salinger sale gravemente maltrecha y está sometida a mayores cargas de artillería rumorológica es en sus tratos con el otro sexo. La principal controversia nace de su afición a entablar relaciones con chicas muy jóvenes, ya fueran sentimentales, en calidad de pigmalión, o con el objetivo de obtener modelos para sus historias, exprimiéndoles al máximo el néctar de su inocencia. Todas ellas habrían estado cortadas por una patrón físico similar y habrían sido abandonadas al crecer o una vez hubieran mantenido relaciones sexuales con él.
Dos teorías explicarían este proceder. Una apunta a la inseguridad provocada por la falta de un testículo, que lo forzaría a buscar vírgenes que no lo ridiculizaran y que le permitieran tomar las riendas en la cama. Otra teoría es que la ruptura con la edénica Oona O’Neill –hija del dramaturgo y premio Nobel Eugene O’Neill y aspirante a actriz, quien a los 18 años optó por casarse con Charles Chaplin, con quien tuvo ocho hijos– lo condenó a “que se pasara la vida prendado de una relación que al parecer no se consumó nunca. Más tarde reproduciría aquella relación con una serie de mujeres muy jóvenes. Las mujeres que vinieron después de Oona fueron simples máquinas de viajar en el tiempo”, según David Shields.

Jerome David Salinger se casó en tres ocasiones: su primer matrimonio, con una doctora alemana que podría haber sido una agente de la Gestapo, fue anulado; del segundo con Claire Douglas, inspiración para su relato Franny, nacieron sus dos hijos, Margaret y Matthew, y el tercero, con Colleen O’Neill, 40 años menor que él, se produjo en secreto cuando el autor ya era anciano y pudo haber sido fruto de un acuerdo con el que blindar jurídicamente a la mujer que le hizo de enfermera en la última etapa de su vida.

La hija y la ninfa con la que tuvo una relación más prolongada, Joyce Maynard, ya escribieron sendos libros amarillistas en los que le acusaron de profundos daños emocionales, por lo que las auténticas novedades recompensarán a los interesados en el artista al poder asistir, por ejemplo, a cómo moldeó el entrañable personaje de Esmé del relato Para Esmé, con amor y sordidez a partir de Jean Miller, a la que conoció en 1949 en Daytona Beach cuando ella contaba 14 años.


0 comentarios: