Historia de amor entre Arthur Miller y Marilyn
Truman Capote la calificó de “adorable criatura”. También podría
haber añadido algún adjetivo triste -quizá desamparada- a su definición.
Marilyn Monroe (1926-1962) pasó toda su vida buscando el amor y, sobre
todo, la estabilidad.
Quizá la vez que estuvo más cercana de conseguirlo
fue con el dramaturgo Arthur Miller, quien incluso la definió en sus
memorias mucho mejor que Capote, “era como una poetisa que había querido
recitar sus poemas (ella escribía en secreto) ante una multitud ávida
de arrancarle la ropa”.
Se habían conocido en Hollywood en 1951, pero no empezaron su
relación hasta que se reencontraron en 1955 en Nueva York, donde
Marilyn asistía a los cursos del Actor´s Studio, decidida a que la
tomaran en serio como actriz.
Marilyn dependía de él. Durante el accidentado rodaje de Bus Stop,
Monroe llamó por teléfono a Miller: “¡Oh, Papá! No aguantaré”. Sólo en
ese momento, el dramaturgo, que solía llamarla significativamente “Hija
mia” y era once años mayor, supo hasta qué punto ella dependía
emocionalmente de él. Él, aunque tuvo la tentación de huir despavorido,
acabó dejando a la periodista con quien estaba casado y con la que tenía
dos hijos. Marilyn y Arthur se casaron el 29 de junio de 1956.
El matrimonio, aún con todos los altibajos que
sufrieron duró tres años y medio, y fue la relación más larga y estable
de Marilyn. “El matrimonio -dijo en ese momento- me hace sentir más
mujer, menos desquiciada. Por primera vez tengo la sensación de estar
protegida”.
Marilyn intentó huir de su imagen de chica sexy sólo válida para florero y por eso se preparó concienzudamente para Bus Stop. Sus diferencias con Laurence Olivier, coprotagonista de El príncipe y la corista,
hay que buscarlas en un comentario desafortunado del actor, que le
pidió que se limitara a ser sexy… Miller, por el contrario, pensaba que
debía dedicarse al teatro, “por el modo en que lo dijo me di cuenta de
que era un hombre sensible, y además me trataba como a una persona
sensible”.
Creó su propia productora, Marilyn Monre Productions, que produjo las
dos películas anteriores, pero se hundió por la mala gestión de Miller.
El matrimonio con Arthur Millar no la salvó de sí
misma. Los dos cónyuges se hacían daño mutuamente: ella empezó a
desquiciarse, a beber y engordar, él no podía concentrarse en su obra y
aunque escribía febrilmente no lograba terminar nada. Marilyn sufriría
un aborto espontáneo, una hospitalización por abuso de alcohol y
barbitúricos, otro aborto, noches de insomnio, el despido de la Fox por
incumplimiento de contrato, el divorcio de Miller y, finalmente, la
muerte.
“Hollywood es un lugar en el que están dispuestos a pagarte mil
dólares por un beso pero sólo cincuenta centavos por tu alma”.
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