Marlene Dietrich y Rudolf Sieber, un amor...
Antes de dedicarse al cine, la pequeña Marie comenzó una pequeña
carrera de violinista, aunque tuvo que dejarlo al dañarse la muñeca. En
1924 contrajo matrimonio con Rudolf Sieber, con el que tuvo una hija. Y
precisamente, se dice que fue su propio marido el que le dio la idea de
actuar vestida con ropa de hombre.
Su carrera como actriz la comenzó rodando algunas películas alemanas
mudas, a la par que todavía bailaba en coros de cabaret, hasta que
participó en El Ángel Azul (1930), la primera película europea con sonido dirigida por Josef Von Sternberg.
Han corrido ríos de tinta sobre la vida privada de Marlene Dietrich. Y
prácticamente todo el mundo está de acuerdo en que la diva alemana era
bisexual. Casada con Rudolf Sieber, vivió separada de él casi toda su
vida, siendo su gran amor el actor y héroe militar francés Jean Gabin,
aunque su hija se empeña en decir que la actriz no amó a nadie jamás,
más allá del amor que sentía por ella misma.
De hecho, y a pesar de la privacidad con la que disfrutó su vida, su
propia hija, Maria Siber, se encargó años después de desvelar las
aventuras sentimentales de su madre. Entre las mujeres con las que la
Dietrich podría haber tenido relaciones, destacan la escritora Mercedes
Acosta, la actriz mexicana Dolores del Río, la cantante francesa Édith
Piaf o la actriz de origen sueco Greta Garbo, además de bastantes
hombres, entre los que se encontraba el mítico Ernest Hemingway.
Marlene Dietrich solía decir que había que tenerle miedo a la vida y
no a la muerte. Y así llego hasta el final de sus días.
Retirada
prácticamente de la escena desde que se rompió en el año 74 una pierna
sobre el escenario, la diva pasó sus últimos años de vida prácticamente
retirada de la vida pública en un apartamento en París, aunque mantenía
contacto telefónico y por carta con influyentes personalidades de todo
el mundo.
Así, un 6 de mayo de 1992 la actriz falleció a los 90 años en la
capital francesa. Su funeral fue celebrado ante miles de personas en la
parisina iglesia de La Madaleine, y su cuerpo fue enviado posteriormente
a Berlín, la ciudad en la que había nacido a principios del siglo XX y
en la que fue enterrada ante apenas 30 personas, aunque fuera del
cementerio de Friedenau, un grupo de gays y lesbianas portaban una gran
pancarta de color rosa en recuerdo de la gran diva del cine.
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